En general, se suele creer que sexualidad y religión no concuerdan bien. Un estudio realizado recientemente por investigadores de dos universidades de Inglaterra, en el que se han invertido dos años, ha revelado algunos de los aspectos clave de la relación de estos dos ámbitos de la vida.
En concreto, investigadores de la Universidad de Nottingham y de la Universidad Nottingham Trent analizaron a personas religiosas, de entre 18 y 25 años, que pertenecían a seis tradiciones religiosas distintas: budismo, cristianismo, hinduismo, islamismo, judaísmo y sikismo (tradición que unifica hinduismo e islamismo).
Asimismo, en el estudio también se incluyó a jóvenes adultos con creencias o tradiciones combinadas. En total, fueron analizados 700 individuos que vivían en Inglaterra.
Valores, actitudes, experiencias
Según explica la Universidad de Nottingham en un comunicado, la presente investigación pretendía aclarar los desafíos que los jóvenes afrontan en la reconciliación entre su sexualidad y su religión; así como las actitudes, los valores y las experiencias sexuales y religiosas de los adultos jóvenes.
El estudio ha estado enmarcado en el proyecto “Religion, Youth and Sexuality: a Multi-faith Exploration” (Religión, juventud y sexualidad: una exploración multi-fe), subvencionado por el Arts and Humanities Research Council y el Economic and Social Research Council del Reino Unido.
La investigación, llevada a cabo por Andrew Kam-Tuck Yip y Sarah-Jane Page, de la Universidad de Nottingham, y por Michael Keenan, de la Universidad Nottingham Trent, consistió en una serie de cuestionarios online sobre la relación entre religiosidad y sexualidad. Por otro lado, una parte de los participantes fue también entrevistada individualmente.
En general, a los voluntarios se les pidió que hablaran sobre sus valores religiosos y sexuales, sobre sus actitudes, sobre sus experiencias y sobre su identidad. Además, también se analizaron los contextos familiar, social y cultural de los voluntarios, así como el grado de implicación de cada uno de ellos en comunidades religiosas.
Sexualidad e instituciones religiosas
Algunos de los resultados obtenidos fueron los siguientes: a pesar de la diversidad de contextos de los que procedían, el estudio reveló que muchos de los jóvenes analizados habían generado una ética sexual para sus vidas, influida por su fe religiosa.
De manera análoga, la investigación constató que la sexualidad individual también influye en la manera de comprender la religiosidad, explican los investigadores.
Por otro lado, las encuestas realizadas revelaron que “la mayoría de la gente joven piensa que los líderes religiosos no saben suficiente sobre sexualidad, particularmente sobre la sexualidad de los jóvenes”, afirma Yip.
El investigador señala, asimismo, que otros jóvenes “consideran que la religión institucionalizada constituye un mecanismo de control que regula excesivamente el comportamiento sexual y de género”.
Otro dato extraído de la investigación es que casi un tercio de los jóvenes religiosos analizados pensaba que el celibato era una opción satisfactoria, mientras que cerca de dos tercios de ellos consideraban la heterosexualidad y la homosexualidad en términos similares.
Sin embargo, el estudio constató costes psicológicos y sociales, en el caso de los participantes homosexuales, bisexuales o transexuales. Estos costes eran sufridos en la vida cotidiana y, particularmente, dentro de las comunidades religiosas.
Integrar ambos aspectos
En cuanto a la expresión de la propia sexualidad, la mayoría de los entrevistados pensaba que ésta es deseable, pero con opiniones diversas: algunos creían que los adultos debían poder vivir su sexualidad en cualquier condición, mientras otros defendían que la sexualidad debía expresarse dentro del matrimonio o de una relación comprometida.
Más allá de esta diferencia de opiniones, la mayoría de los voluntarios (el 83,2%) se decantó a favor de las relaciones monógamas.
Las formas de integrar religiosidad y sexualidad también resultaron ser variadas, explican los investigadores: algunos jóvenes afirmaron experimentar tensión y conflicto entre su fe y su sexualidad.
Otros, en cambio, afirmaron ser capaces de compartimentar sin problema alguno ambos aspectos de sus vidas. Por último, otros participantes señalaron haber encontrado la manera de integrar la religión y la sexualidad en sus vidas.
De las 700 personas entrevistadas, más de la mitad (65,1%) pertenecía a una comunidad religiosa, y el 56,7% asistía a servicios religiosos al menos una vez a la semana. En general, los científicos afirman que “la mayoría de los jóvenes adultos religiosos sienten su religión como una fuerza positiva en sus vidas, y muchos creen que su fe es la influencia más importante en sus valores y prácticas sexuales”.
Los investigadores esperan que los resultados de este estudio sirvan para estimular el diálogo acerca de la relación entre sexualidad y religiosidad, y que ayuden a comprender la mentalidad de los jóvenes, tanto a líderes y personas religiosas cercanos a la gente joven, como a profesionales que trabajan con jóvenes en contextos seculares.